EL MEJOR MARTE DE LA HISTORIA ?
José Luis Rugamas, Norberto Huezo y al Nene Escalante para conformar un medio campo exquisito. Aquel Atlético Marte que contaba con Alfredo Di Maio, por la derecha. y Miguel González, por la izquierda, para encontrar el gol con mayor facilidad, y que también contaba con un señor arquero: el “Cacho” Meléndez.
El Atlético Marte ha contado con planteles tan bien estructurados que lo ganaron todo. Como el del inicio de la gran historia, que se alzó con tres campeonatos consecutivos como para no dejar dudas de quién era el mejor.
O como el que armó Hernán Carrasco Vivanco en 1969, que mandó durante dos temporadas seguidas dando cátedra con un fútbol de alta jerarquía. O aquéllos de los años ochenta que completaron las ocho coronas con la capacidad que le brindaban jugadores notables.
Precisamente por la abundancia de equipos compactos que funcionaban con potencia tanto en el aspecto defensivo como en el ofensivo, se hace muy difícil decidir cuál fue el mejor Atlético Marte de la historia.
Ricardo Guevara Mora, Carlos Castro Borja, Ernesto Góchez, Emiliano Pedrozo, Guillermo Morán, Helio González, Mario Pablo Quintanilla, Manuel López Melgar, Juan Carlos Hernández Baldizón, Óscar Armando Arbizú, René Toledo y José Martínez. Futbolitas marcianos
Suponemos que para los aficionados marcianos ya veteranos el mejor equipo que vieron fue el de los tres títulos seguidos, el del uniforme carmelita, porque más allá de la calidad con que actuaba hacía nacer el orgullo por el mandato largo dentro del fútbol nacional.
Los aficionados menores pero que también ya pintan canas podrían quedarse con el de 1969, porque ese equipo se manejó brillantemente con el patrón de juego que le inculcó Carrasco Vivanco y el sello de solvencia que le daban jugadores como Ricardo Sepúlveda o Sergio Méndez.
A lo mejor los aficionados que se juntaron con los colores azul y blanco en 1980 se queden con el equipo marciano de esa época, porque fue un conjunto que además de estar formado por jugadores sensacionales supo estampar una huella de funcionamiento brillante. Fue el equipo que sabía quitar la pelota con la hombría de Ramón Fagoaga, sabía arrancar al ataque con la visión de Norberto Huezo, y también sabía poner la pelota adentro con la certeza del “Mandingo” Rivas
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