Atlético Marte, sus seguidores se escudan en una frase sencilla: “el equipo es vergón”.
Algunos aficionados aseguran estar alegres con Atlético Marte, de que su uniforme azul poblará los estadios nacionales, que el guerrero romano estampado a la izquierda de la casaca volverá a dar la pelea en cada juego, que podrían resucitarse viejas glorias y aumentar las ocho coronas que tienen en la vitrina.
Hinchas recuerdan con placer las gestas de la generación de Manuel “Tamalón” Garay, Gerónimo Pericuyo, Juan Bautista Pérez, Mauricio “Pachin” González a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta.
Otros rememoran a Ricardo Guevara Mora, José Luis Rugamas, Mauricio “Tarzán” Alvarenga, Mario Anibal Rosales, Sergio de Jesús Méndez, Ramón Alfredo Fagoaga, Manuel Cañadas.
Sus seguidores añoran las inolvidables tardes en el entonces estadio nacional Flor Blanca cuando la entrada costaba 50 centavos de colón, cuando los graderíos lucían repletos en los “clásicos” entre el Marte - el Juventud Olímpica; Marte – FAS y tiempo después Marte – Alianza.
Seguidores de otros equipos traen a la memoria recuerdos negativos, como que este conjunto era administrado por militares, un sector que durante varias décadas fue privilegiado en el país pues El Salvador vivió una tormentosa dictadura militar desde 1932 hasta que en 1979 una Junta Revolucionaria terminó con ese período.
En la década de los ochentas, en plena guerra civil, los militares gozaron de un buen sustento económico, financiado principalmente por los Estados Unidos y grupos pudientes salvadoreños, quienes buscaban acabar con la entonces guerrilla izquierdista del FMLN.
El rostro más conocido en esa época en la directiva del Atlético Marte era el general Mauricio “Chato” Vargas.
Cuentan algunas leyendas urbanas que algunos oficiales castrenses visitaban a los árbitros en los camerinos para hacer presión y buscar que las decisiones del juez se inclinaran a favor del Atlético Marte, sus seguidores rechazan estos argumentos y se escudan en una frase sencilla: “el equipo era vergón”.
Irónicamente las circunstancias lo ponen en evidencia, además de que algunos calificativos del equipo refuerzan estas teorías, como los “carabineros” y “bombarderos” motes que le impuso el locutor Miguelito Álvarez, un reconocido narrador de lucha libre.
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