Un saque de Gómez encontró la cabeza de Bandera. El uruguayo prolongó la pelota y al control llegó “Saviola”. El diminuto jugador avanzó, decidido a hacer daño, y ningún defensa albo supo si marcarlo o bajarlo. El único que acertó a hacer algo fue Marcelo Messías, quien estiró sus brazos para intentar alcanzarlo y jalonearlo. Pero ya era demasiado tarde. Baires ya estaba dentro del área y ya había jalado el gatillo de su pierna izquierda.
los ahijados del dios de la guerra hicieron cualquier cosa menos regalarle el partido al Alianza. Con la pelota en sus pies, se propusieron no comprometer su posesión y buscar el arco de Henry Hernández cada vez que su creatividad se los permitiera.
Ahí hincó el partido en tierra. Un Alianza entregado y dormido, a la espera del yerro marciano, y un Marte que no pudo administrar mejor la papa caliente que tenía en los pies depararon un primer tiempo digno del bostezo. Las llegadas a las porterías –más a la de Henry que a la de Javier Gómez– fueron más intentos aventurados de un remate o un cabezazo que verdades jugadas organizadas.
Alcides Bandera cabeceó a la par del poste y Sosa respondió con un derechazo tímido, Owusu probó con un remate cruzado al que Christopher Ramírez no le pudo meter el puntazo final y hubo un momento en que los jugadores de ambos equipos parecían estar jugando voleibol con cabezazos de un lado para otro sin ninguna intención. Pasó lo lógico: la rechifla de la afición, sobre todo la aliancista, y el intento en vano de la batucada por poner ruido para ocultar los pitos al cuadro albo.
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